miércoles, 20 de febrero de 2008

y más poemas

y mi nombre propio tan parecido
al de esa ciudad medio oriental,
que como un saco llevo en hombros
como un peso de rabias redondas
como naranjas podridas,
se me hace ajeno ahora,

por culpa de mi despojo de pasiones,
de mi país agonizante, sordos los dos
a esos poemas de complicada hermosura,
que la maldad pensante y antisemita llamó
patrios y no paternales,

por mi forma coja y nuestro ritmo en ruina,
por mi contenido y sustancia venenosa hasta la rima,
nuestra frágil vileza y cidra de verde crueldad,
por eso no sé traducir ni mi nombre ya, madre,
ni recitar contigo frescores perdidos

y el dolor es cartón piedra
en este poema trunco y torpe
que dice de mi pobreza
sólo propia
y patria

mas no,
alabados sean los dioses,

familiar

________

y ahora que nos llegó la derrota
y tanto parece perdido
en estos años por venir

se me pierde el norte
y no sé hacia dónde pensar,
pues que el sentimiento

quiere anularme
el presente próximo
por culpa de este

más que imperfecto
pasado con su brújula
rota y desimantada,

pero nos queda
el blanco y llano
del futuro lejano

4.12. 2006

y más poemas

Pinta panare

Y qué si el país tiene
un pobre origen
en unas pintas
panares.

Nada explican los
sapos y culebras,
cazadoras de ranas
ni los cachicamos
ya casi extintos,
y menos los
morrocoyes
que vamos siendo,
conchuos

En este país
de ponzoña
todo parece
pura pinta
panare.

más poemas

como gallinita de corral angustia
corro de una noticia a la otra

picoteando por granitos sueltos
de un periódico y de otro y sé

que el gavilán de la historia carroña
me espera al final del día

¿por qué le temo tanto a su elíptico vuelo
y no logro traducirme su sombra

como la otra, la forma
más cruel y más dura

de la mía?

martes, 5 de febrero de 2008

poemas

esperando la nevada

de lejano
escribió un gran poeta
que la nieve enseña
a perdonar.

Pero no nieva acá.
Congelada está
la mente en muda
contemplación
de campos de bosques
en camisa parda
en este paisaje invernal,

esperando la nevada.




hay algo horrible
en este estarse a gusto
en caída libre en este sueño,
hay algo malvado
en este vértigo

seductor
que iguala las nubes
con las tierras,
los altos ideales con
las bajas emociones

y en el lugar intermedio
queda el vacío de una
ausencia que ni sé cuánto
pesa ni sé su espesor
ni sé de su consistencia;

pero acá abajo en la vigilia
entre los restos de ignorancia
de la angustia
en este desconsuelo
eso sería

de vital importancia




camino de plomo

de pasos como unas lozas
redondas de cemento
es este camino
que quizás,
pensado de paseo,
ahora pesa, pesa duro
y malo
como un plomo
en un ala que nunca
aprendió a volar

ya no sé cómo
regresar a casa

domingo, 3 de febrero de 2008

Poemas en cuatro patas (collage-poesia, 2006)

Según el mito de Orfeo
la poesía sirve para acallar fieras.
No sabe el mito que las fieras son fieras
porque casi siempre callan.
















Quería acallar las fieras Orfeo
con su canto.
Las fieras esperaron pacientes
por su silencio.














La poesía, piensa algún filósofo,
traduce el canto de dioses y animales.
Los animales aprendieron hace tiempo
que los dioses se fueron y su original ya no existe.
















Lloran los seres naturales,
piensa otra filosofía con más oído,
porque están condenados al silencio.
Pero ese era el pacto entre dioses y animales.















Quizás si acallara un poco lo orfeo
lograra oír el rumor
difícil y seductor
de mis animales de adentro.
















El ruido que hacía la joven leona
era un gruñidito pero suave
por culpa de la belleza lejana
de las gacelas.














Es que quizás a la belleza
de las jirafas al amanecer
sólo corresponda ya un gruñidito
de un literal desconsuelo.















Nada pareciera responderle
al orix hermosísimo en el desierto.
De todos aquellos dioses callados
este me pareció el más silente.














Jirafa mantis de los dioses del cielo
desierto, a veces nos miraba
como el camello para enseñarnos
la paciente mirada.















¡Pequeño dios terco, camello
y perseverancia desierta,
muéstranos las formas antiguas
de olvidar nuestras cargas!














Del dios de la lluvia sabían los antiguos
que era un dios elefante y que lloraba
porque antes nos sabíamos todos
pequeños








Dijo un poeta que los dioses
ha tiempo huyeron a sus guaridas lejanas,
como conejos quedamos nosotros
a la intemperie
de la poesía